Comentario
De cómo se tuvo vista de una isla de la parte del Norte, y el peligro grande en que el galeón estuvo puesto
Con viento Leste y Lesnordeste que ya se llevaba, se fue siguiendo el rumbo Nornoroeste, y el siguiente sábado se tuvo vista de una isla en cuya demanda se fue con ánimo de buscar puerto y provisión; mas no le pareciendo bien al piloto mayor ir de noche por junto a tierra no conocida, mandó virar la nao. Los marineros, gente harta de trabajar, le dijeron no los fatigase tanto, y que bien se podía ir más adelante. Ayudó uno del consejo que se fuese hasta cierta punta. El piloto mayor largó al trinquete la escota, y cambiado el timón, fue la nao virada; y parece fue inspiración de algún ángel, pues si no se vira, sin remedio alguno se pierde, como abajo se dirá. Fue haciendo y diciendo que hasta adonde estaba conocía ser la mar limpia y que más adelante no sabía lo que la nao toparía.
Al cuarto del alba se volvió la nao, y vino a amanecer donde anochecido había. Mandó subir un marinero al tope, como lo tenía de costumbre mañana y tarde, y avisó que a la vuelta del Noroeste iban unos grandes arrecifes, y no les veía su fin. El viento era Nordeste y poco y travesía. La nao no llevaba velas de gavia para tenerse a barlovento; los bajos llevaban el agua a sí. La nao estuvo tan cerca de ellos que ya no se buscaba remedio, estando todos con la muerte tragada. Cierta persona hizo en su corazón una petición y promesa a San Antonio de Padua, y fue servido el Señor que este día, que lo era de su santo nacimiento, la nao salió de este peligro en que estuvo, y a las tres de la tarde se acabaron de doblar los bajos y puédese decir de milagro.
De la isla salieron indios en sus embarcaciones de velas, y sin ellas: por no poder pasar el arrecife saltaron en él, y desde allí llamaban con las manos. A la tarde, por el remate de los bajos, vino un solo indio en una pequeña canoa. Púsose a barlovento y lejos; y por esto no se pudo divisar si tenía barbas, por ser aquel paraje de las islas de los Barbudos. Pareció ser hombre de buen cuerpo, desnuda: traía los cabellos largos y sueltos; apuntaba de hacia donde había venido, y partiendo cosa blanca con las manos, lo comía, y empinaba cocos como que bebía. Fue llamado, y no quiso venir.
Era ya tarde, y a esta causa subió un marinero al tope a mirar la mar, y avisó de unas isletas bajas y muchas restingas, en que la nao estaba metida como en corral. Hubo otro poco de desabrimiento, con pareceres que si se hubieran de seguir (como de quienes no lo entendían), prometían danos. La nao se puso a camino, y se navegó al Nornoroeste.
Esta isleta tiene de elevación de Polo ártico seis grados largos. Es casi redonda: bojea treinta leguas. No es muy alta en demasía: tiene mucha arboleda, y por sus laderas muchas rosas y simenteras. A tres leguas parte del Oeste tiene cuatro islas rasas, y otras muchas junto a sí, y todas cercadas de arrecifes. Pareció ser más limpia por la parte del Sur.